Martes, 11 de marzo
Diario de actividades
Nos levantamos a las ocho y media al son de Shakira. Ducha, limpieza, desayuno, y en marcha: esta mañana hasta Golpejar de la Tercia. Con ayuda de un mapa topográfico pudimos calcular la distancia que nos separaba del punto de llegada, así como hacernos una idea de los desniveles que habríamos debido de franquear de ir en línea recta. Al salir nos detuvimos ante unos nidos de cigüeña construidos sobre unos viejos chopos del país (Populus nigra). De camino Carmen nos habló de los fresnos (Fraxinus excelsior, bien reconocible por sus yemas caulinares negras al término de sus ramas erectas), los líquenes (de sus clases, de sus nombres -Xanthoria, Lecanora, Usnea-, de su utilidad como indicadores de la contaminación ambiental), y del rosal silvestre, Rosa canina, que ahora presentaba sus frutos, los conocidos tapaculos.
Ya cerca de Golpejar vimos un lavadero del mineral que se extraía más al este, de la mina "La Providencia", el cual había sido bombardeado por la Legión Cóndor durante la Guerra Civil. Después Luis nos explicó qué es un mineral, qué es una roca y cuáles eran las que había en el entorno, cuáles son sus características y en qué lugares se encontraba cada una de ellas: las calizas al norte, las areniscas al sur y las pizarras en los valles. Además nos enseñó el método del ácido clorhídrico que los geólogos utilizan para identificar las rocas carbonatadas, y nos mostró dos clases de fósiles: bivalvos y tallos de crinoideos (lírios de mar). Y para que no se diga que sólo estudiábamos aquello que no podía salir corriendo, cabe recordar que un hermoso ejemplar de mastín leonés tuvo el buen criterio de venir a mostrarse un poco. Tampoco mucho. Saludos de cortesía y hasta la vista.
Tras la comida salimos otra vez al campo, esta vez hacia el oeste, hacia el pueblo de Ventosilla. Entre otras plantas vimos retamas negras, brezos (que allí llaman urces) y abedules, inconfundibles por su blanca corteza y sus lenticelas triangulares; por cierto, qué buena idea la de ir llamando por su nombre a los vegetales con que nos íbamos topando: alguno ya quería fumarse el eléboro. ¡Estos chicos...!
También observamos los procesos de erosión y sedimentación en las orillas del río Rodiezmo, calculamos su caudal, observamos las terrazas que había ido formando a lo largo de varios ciclos de erosión-sedimentación, rellenamos un cuestionario relativo al medio ambiente y a los impactos que los humanos provocamos en él y, a través de la observación del Pico Fontún, pudimos hacernos una idea de lo que es el tiempo geológico... entre otras cosas. No se puede decir que desaprovecháramos la tarde. Finalmente merendamos: pan con membrillo, sin excesos.
Vuelta al albergue, y tras la cena, los alumnos comenzaron a preparar por grupos lo que iba a ser la participación de cada uno de ellos en la fiesta del jueves. Esta vez hubo algo menos ruido por la noche, y creo que pude dormir unas seis horas. No iba a pasar de ahí. En realidad, cada día a estas horas se manifestaba una cierta disparidad de pareceres, entre los alumnos y el sector adulto, acerca de la conveniencia o no de dormir lo suficiente. Por las noches, digo. Creo que se puede decir que al final empatamos. O cerca le anduvo.