Jueves, 13 de marzo
Diario de actividades
Tercer despertar musical, pero ya no recuerdo bien de qué se trataba hoy. Un poco de todo, quizás. También para variar, después del desayuno no tocaba caminar por el campo: hoy solo había que salir por el pueblo, en grupos de cinco, con encuestas elaboradas por los monitores, a indagar un muy variado surtido de cuestiones culturales, sociales y antropológicas relativas al municipio. Después de unos cuarenta minutos de trabajo de campo del que se excluyeron aquellos lugares en los que se sabía que los encuestadores no eran bien recibidos (colegio, supermercado, ayuntamiento...), los alumnos presentaron los resultados de su investigación mediante escenificaciones diversas que prepararon convenientemente. Recuerdo sobre todo la historia de la señora Pacorra, todo un ovillo que, adecuadamente desenrollado, resultó en una exposición fluida y completa de lo que los cinco miembros del grupo habían averiguado un rato antes. El último grupo hubo de posponer su representación para la tarde, por falta de tiempo.
Por cierto que, mientras los chicos realizaban sus encuestas, nosotros corregimos sus cuadernos, en los que ellos habían ido tomando sus notas y realizado sus dibujos durante los días anteriores, con lo que empezamos a sentir que aquello ya iba tocando a su fin...
Como todos los días, comimos a las dos y tras un rato de tiempo libre, como complemento de la actividad de la mañana, visitamos un pequeño museo etnográfico. Era obra de una maestra ya jubilada que había ejercido su profesión en el pueblo: y no había poco: huso, rueca, tejidos, mantas, yunque, arado, utensilios de cocina, vestimentas, pupitre con pizarra y pizarrín, libros de texto de una antigüedad superior a los cincuenta años, fotografías en las que se veía el esplendor del que gozaron en los pueblos los poderes fácticos de la época del Franquismo, documentos oficiales igualmente añejos, etc.
Hacia las cinco volvimos al albergue: era el momento del examen final. Fue aquí cuando los monitores que nos acompañaban descubrieron, con mi casi obligada colaboración, su lado más malvado: hicieron creer a los pobres chicos que se trataba de evaluar, mediante las más retorcidas preguntas que se les ocurrieran, los conocimientos que habían adquirido a lo largo de su estancia en el aula... Al final resultó que no, que en realidad se trataba de que fueran los alumnos quienes hicieran una evaluación de estos días, de su estancia en Villamanín y de las actividades que habían realizado. Y la evaluación resultó claramente positiva: un justo premio a dos personas que durante todo el tiempo demostraron una capacidad para la Educación Ambiental que ya quisiéramos otros, así como un grado de interés y afecto por los alumnos que merece todos los elogios. Y así da gusto.
Y en fin: el fútbol. ¿Cómo podía faltar el fútbol? Era, por lo visto, costumbre, que todos los jueves por la tarde los alumnos del Aula Activa celebraran un partidillo con los chicos del pueblo. Así que a eso de las seis y media fuimos al colegio a reunirnos con ellos y jugar: remarcable fue la entrega de Luis (ver foto) enfrentándose a jóvenes que le sacaban dos cabezas, así como el sorprendente entusiasmo y buen estilo de Raquel y Estefanía. Creo que ganamos por cuatro a dos, o algo así.
Hacia las ocho llegó la hora libre que todos los días precedía a la cena. Hoy los chicos aprovecharon para ultimar los preparativos de sus escenificaciones en la velada que comenzó a las diez: hubo de todo y todo muy divertido: la galería de fotografías da cuenta de algunos momentos... pero no todos. Lamentablemente a nuestras manos no ha llegado registro fotográfico alguno de la traca final, el cuasi-fullmonty con que los miembros varones del grupo de alumnos tuvieron a bien obsequiarnos, en especial a la representación femenina, que les cuadruplicaba en número. Y eso que en los momentos finales la sala entera se iluminó con los flashes de las cámaras que las chicas habían escondido convenientemente hasta entonces...
Como fin de fiesta hubo refrescos, aperitivos y mucho baile. Fue la última noche en el Aula Activa de Villamanín: la noche, dicho sea de paso, en que Patricia no se quería callar... cachis en la mar...